El Narco Satánico de Matamoros: La verdad detrás del mito.

adolfo de jesus constanzo el hechicero puertorriqueno que fundo una secta narcosatanica en mexico

A lo largo de la historia, algunos criminales han sido envueltos en un aura de misterio debido a sus creencias religiosas o esotéricas. Uno de los casos más impactantes en México es el de Adolfo de Jesús Constanzo, también conocido como «El Padrino de Matamoros» o «El Narco Satánico de Matamoros». Su historia es una mezcla de narcotráfico, crimen organizado y rituales sangrientos que horrorizan hasta el día de hoy.

Sin embargo, es importante aclarar un punto clave: aunque los medios de comunicación lo etiquetaron como «satánico», en realidad, sus creencias y prácticas estaban más relacionadas con tradiciones afroamericanas sincréticas como el Palo Mayombe y la santería, y no con el satanismo en el sentido estricto de la palabra.

¿Quién fue Adolfo de Jesús Constanzo?

Adolfo Constanzo nació en Miami, Florida, el uno de noviembre de  mil novecientos sesenta y dos, en el seno de una familia de ascendencia cubana. Desde joven, su madre lo introdujo en prácticas esotéricas, particularmente en la santería y el Palo Mayombe, dos religiones de origen africano que llegaron a América a través del tráfico de esclavos.

En su adolescencia, Constanzo viajó a México y comenzó a ganar notoriedad como un poderoso «padrino» espiritual, ofreciendo protección y rituales para empresarios, políticos y narcotraficantes. Sus seguidores lo veían como un hombre con poderes sobrenaturales, capaz de garantizar éxito y protección a cambio de sacrificios y rituales oscuros.

A finales de los años ochenta, Constanzo estableció su base en Matamoros, Tamaulipas, donde formó un grupo de seguidores fieles que lo veían como un líder espiritual y criminal. Este grupo incluía a narcotraficantes, sicarios y personas influenciadas por sus enseñanzas.

Su culto estaba fuertemente basado en el Palo Mayombe, una tradición de origen bantú en la que se trabaja con espíritus y se realizan rituales con restos humanos y animales. Sin embargo, Constanzo llevó estas creencias al extremo, realizando sacrificios humanos como parte de sus prácticas.

Uno de los casos más impactantes fue el secuestro y asesinato de Mark Kilroy, un estudiante estadounidense que desapareció en mil novecientos ochenta y nueve en Matamoros. Su cuerpo fue encontrado en un rancho utilizado por la secta de Constanzo, junto con los restos de otras víctimas.

Además de sus rituales, Constanzo estaba involucrado en el tráfico de drogas. Prometía a los narcotraficantes protección espiritual a cambio de dinero, y muchos creían en su «poder» para hacerlos invulnerables.

Sin embargo, su reinado llegó a su fin en mayo de mil novecientos ochenta y nueve, cuando la policía descubrió el rancho de Matamoros y encontró evidencias de sus crímenes. Perseguido por las autoridades, Constanzo se refugió en un departamento en la Ciudad de México junto con algunos de sus seguidores.

Cuando la policía los rodeó, Constanzo ordenó a uno de sus seguidores que lo matara antes de ser capturado. Así, murió en un enfrentamiento junto con su lugarteniente, terminando con su macabra historia. 

¿Era realmente un «narco satánico»? 

El apodo de «Narco Satánico» que le dieron los medios de comunicación es engañoso. Aunque sus crímenes fueron atroces, su culto no estaba relacionado con el satanismo tradicional, sino con una versión distorsionada del Palo Mayombe y otras religiones afrocubanas.

El satanismo, en su forma clásica o filosófica, no tiene relación con el sacrificio humano ni con la violencia extrema. Lo que Constanzo y su grupo practicaban era un sincretismo oscuro, donde combinaban creencias afroamericanas con supersticiones y una mentalidad criminal.

Cuando la noticia de sus crímenes estalló en los medios en mil novecientos ochenta y nueve, yo era un chamaco de once años que apenas lograba entender lo que sucedía, pero me acuerdo bien. La historia estaba en todas partes: periódicos, televisión y hasta en las conversaciones de los adultos. Aunque no comprendía completamente la magnitud de lo que había hecho Constanzo, el miedo y el morbo que rodeaban el caso me quedaron grabados. Era de esos temas que los mayores discutían con seriedad, y uno como niño solo podía escuchar fragmentos, intentando armar el rompecabezas de algo demasiado aterrador para su edad.

Adolfo de Jesús Constanzo dejó una huella de terror en la historia criminal de México. Sus asesinatos y su culto macabro no solo evidenciaron la brutalidad del crimen organizado, sino también cómo algunas creencias pueden ser manipuladas para justificar actos atroces.

Su historia sigue siendo un recordatorio de hasta dónde puede llegar la combinación de fanatismo, poder y violencia en el contexto del narcotráfico y el crimen organizado.

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