El Secreto para una Conexión Imbatible

A lo largo de mi carrera como brujo, he escuchado, probablemente más de mil veces, que la gente se queja de que los entes a los que llama no escuchan, o no atienden. Por eso hoy quiero hablarte de algo que, sin duda alguna, hará que ellos te escuchen de forma inmediata y lo que digo no es una frase barata o vacía: Te oirán y te atenderán, pero solo si haces lo que voy a decirte.
A golpe de timón, experimentando a prueba y error (y después de treinta y un años en esto de la brujería), he llegado a entender que el camino de una verdadera relación con un ente espiritual, como la mía con mi amiga mexicana la Santa Muerte, no es de uso ocasional. No es solo invocarla en momentos de necesidad y luego olvidarla. Para mí, es una amistad que se vive todos los días.
Decirle “amiga” no es mera coquetería. Es lo que soy: amigo de la Santa Muerte y no porque me considere un ser privilegiado por Ella; sino porque en una amistad de verdad hay confianza, cercanía y compañía. No le pido favores como quien encarga un servicio, sino que platico, comparto y le agradezco, como lo haría con alguien que me conoce desde siempre. Esa comunicación constante es lo que mantiene viva nuestra conexión.
No hay momento en el que no sienta su presencia, porque la plática no termina al meditar; camino por la calle, tomo café, desayuno, leo el periódico… y aunque sea en voz baja o en el pensamiento, le comparto mis ideas, sentimientos, proyectos. Así descubrí que hablar y convivir con Ella la trae a mi lado (su presencia se siente real, como si no estuviera solo) .
La gracia de las devociones genuinas es que trascienden el objeto físico y se convierten en compañía interior. Y es que “la Santa no juzga, no pone condiciones; está ahí, pareja con todos”.
Este no es un artículo sobre la Santa Muerte, aunque así lo parezca. El punto aquí es que muchos solo invocan al ente con el que trabajan, sea cual sea, cuando están en crisis —enfermedad, problemas, inseguridad— y luego se olvidan de él. Después se sorprenden de que «no les responde” cuando acuden. ¿Y cómo quieren que responda? La clave es la amistad continua. Sin cultivar ese vínculo, ¿por qué esperar que aparezca solo cuando lo necesitamos?
Mi relación no depende de rituales complicados, sino de honestidad y agradecimiento diario. Me basta un “gracias, amiga, por estar” mientras enciendo una vela, o un simple “ahí voy, acompáñame” mientras tomo un café. Esta simplicidad refleja un vínculo honesto: no pretendo engañar, ni ostentar, ni exigir favores sin compromiso.
¿Qué diría a quienes se quejan de no ser escuchados?
Les diría: no esperen momentos dramáticos para buscar una conexión. Eso es de cristianos hipócritas, y nosotros, los que ahora estudiamos y practicamos las ciencias ocultas, ya hemos salido de ahí. Cultiven esa conexión en la cotidianidad. Hablen, escuchen, agradezcan. Háblenle también cuando todo va bien, no solo cuando todo va mal. Esa es la vía hacia una amistad espiritual sólida, donde se recibe protección, compañía y guía sin tener que gritar o suplicar. Una verdadera amistad con un ente espiritual se basa en ese trato diario, íntimo, personal.
Ahora que lo sabes, ve, pruébalo, y luego me cuentas. Pero si con toda esta enseñanza todavía te sientes inseguro, te recuerdo que puedes agendar una consulta conmigo utilizando los medios que en este mismo sitio se te proporcionan. Juntos podemos lograr esa conexión que tanto anhelas, con quien Tú quieras.
