A Mis Críticos: La Pobreza Es una Enfermedad Mental. Fin del Debate.
El día de hoy voy a decir algo que impactará, de forma directa, a quienes me critican por ser brujo, y me acusan de no tener fundamentos científicos para enseñar lo que enseño: La pobreza es una enfermedad mental.
¡Lo dije! Y ahora lo que sigue es una lluvia de preguntas llena de enojo y resentimiento: “¿Estás loco? ¿Entonces los pobres y necesitados están enfermos?” Mi respuesta es: Sí, en cierto modo. Porque se les ha enseñado a resignarse a su suerte y esto, con un solo fin: El de mantenerlos dependientes del Gobierno y las empresas de otro que sí conoce y entiende este secreto. Este estado mental de dependencia y conmiseración se ha instalado en sus mentes y no los deja progresar.
Mario Moreno (Cantinflas), quien tenía conocimientos esotéricos, lo dijo muy acertadamente: «No he sido pobre, solo he estado sin dinero. Porque ser pobre es un estado mental, mientras que no tener dinero es una condición temporal. Y mire usted, la cartera estará flaca, pero el ánimo siempre anda gordito.» Parece una línea cómica a simple vista, pero es una verdad que todos deberíamos entender: El dinero es un flujo de energía que viene y va, y el no tenerlo ahora, no significa que no vaya a regresar a nosotros o que nunca vayamos a tenerlo.
Entonces la pobreza, en realidad, no es solo la falta de dinero. Se trata de un conjunto de creencias arraigadas, de miedos y de limitaciones que la persona se autoimpone. Es la mentalidad de «no soy suficiente» o «esto es todo lo que merezco». Esto se manifiesta en la falta de acciones y voy a poner un ejemplo que seguramente te ha tocado escuchar:
Cuando una persona que se siente pobre ve una oportunidad, su primer pensamiento no es «¿Cómo puedo lograrlo?», sino «¿Por qué me va a ir mal?». Y esto es algo que ha sido sembrado y cultivado. No por los gobiernos directamente, sino por la energía del fracaso que se ha instalado en su mente y que se hereda de generación en generación. Se les ha enseñado a ver los problemas como muros insuperables en lugar de peldaños para el éxito. Se les ha programado para ser consumidores y no creadores. ¿Y a quién le conviene que piensen así?
Para que quede más claro, aquí tienes algunos ejemplos de cómo esta mentalidad se manifiesta en la vida diaria:
- El caso de la promoción laboral: Imagina a alguien que ha trabajado arduamente en su empresa y se abre una vacante para un puesto superior. Sabe que tiene la experiencia y las habilidades necesarias, pero una voz interna le dice: «No te postules, seguramente ya tienen a alguien en mente y solo harás el ridículo.» En lugar de arriesgarse y demostrar su valía, se queda en la zona de confort del «no puedo», cediendo la oportunidad a alguien más.
- El negocio del emprendedor frustrado: Alguien tiene una idea brillante para un negocio. Después de investigarla, se da cuenta de que requiere una inversión inicial. Aunque podría pedir un préstamo o buscar socios, su mente se llena de miedos: «¿Y si fracaso? ¿Y si pierdo todo mi dinero? ¿Qué dirán de mí?» La idea se queda en el cajón, sepultada por el miedo a la incertidumbre, antes siquiera de haberlo intentado.
- La persona que se queja de su suerte: Hay quienes siempre tienen una excusa para no prosperar. «Nací en el lugar equivocado», «No tengo los contactos», «La economía está muy mal». En lugar de buscar soluciones o alternativas, se victimizan, reforzando la creencia de que no tienen control sobre su vida. Creen que el mundo es injusto y que no hay nada que puedan hacer para cambiar su situación, y por lo tanto, no lo intentan.
Pero no todo está perdido. Así como una enfermedad mental puede ser tratada, también lo puede ser la pobreza. La primera medicina es la conciencia. Entender que uno no está condenado por su situación económica, sino que puede transformarla. La segunda es la acción, pero no la acción desesperada. Es la acción consciente, la que se mueve con la fe de que un universo lleno de abundancia te respalda.
Lo que te estoy diciendo es que trabajes en tu mente, que reprogrames tus creencias. Deja de ver la escasez como una realidad y empieza a verla como un espejismo. Porque el dinero no es un fin, es una herramienta. Y tu mente, bien programada, es el verdadero tesoro. Si el científico y el intelectual que me critican supieran esto, en lugar de gastar su energía en criticarme, la usarían para atraer la riqueza que tanto anhelan, y me atrevo a asegurar que hasta necesitan.
Así que, la verdadera magia no está en las pociones, sino en la mente. No se trata de rituales complejos, sino de un cambio de perspectiva. La abundancia no es un golpe de suerte, es la manifestación de un trabajo interno. Y el verdadero poder no es el que se tiene sobre otros, sino el que se tiene sobre uno mismo.
