ALERTA ESOTÉRICA: Las Puertas se Abren y los Demonios Sexuales Atacan Antes de la «Fiesta del Diablo».
Los demonios sexuales andan desatados, y no es para menos, pues ya se acerca la fiesta del diablo.
Esta semana he recibido varios informes inquietantes. Mis discípulos, no los que me escuchan en La Voz de Satán, sino aquellos que aceptaron mi enseñanza y se presentan ante mí con reverencia, han venido a mí con relatos de sueños y visitaciones nocturnas. Sueños intensos, turbadores, marcados por una presencia que no es de este mundo. Y yo, tras observar con ojo frío la naturaleza de esas manifestaciones, he concluido que lo que allí aparece no es mero producto del subconsciente: son demonios sexuales.
Los hechos:
- Uno de mis discípulos vio en su sueño una figura femenina de belleza sobrenatural, que lo abrazó, lo rozó, lo incitó. Al despertar, había personas desconocidas en su cuarto, murmullos o ecos que no provenían de este plano.
- Otro sintió como una criatura se apoyaba sobre su pecho, le impedía moverse, y cuando despertó sudoroso y fatigado, halló su cuerpo como drenado, casi agotado.
- Otra informó de una voz que le susurraba al oído, invitándola a un gozo más allá del mundo, y luego vio una sombra alada, oculta en la penumbra de su habitación.
- Además: varias mujeres acudieron a mí, reportando sueños con hombres conocidos por ellas, pero con los que jamás habían fantaseado siquiera, diciendo que tuvieron sexo con ellos. Uno de esos sueños las enfrentó a un hombre de rostro ambiguo, seductor, que les ofrecía caricias suaves y promesas de éxtasis, al tiempo que un sudor frío recorría su piel al despertar.
- Otra mujer relató que, en mitad de la noche, soñó estar en un salón elegante; un hombre la tomó de la mano, le besó la frente, y mientras dormía sintió que su energía vital se desvanecía como humo entre sus dedos. Al despertar, se sintió liviana, casi vacía, como si algo le hubiera extraído lo esencial.
Ante tales testimonios, mi veredicto es firme: Nos enfrentamos a la acción de lo que la tradición llama demonios sexuales. Los que penetran el sueño y actúan sobre mujeres (y se llaman íncubos), y los que actúan sobre los hombres (Súcubos) cuando las barreras se debilitan. La naturaleza de estos encuentros tiene las señales clásicas: aparición durante el dormir, seducción velada, drenaje energético, incapacidad de huir del abrazo onírico. No es simplemente un sueño erótico. Es una visita. Y esas visitas tienen consecuencias.
La carga para el cuerpo y el alma es tangible: cansancio extremo, sensación de violación del espacio íntimo, miedo al dormir, culpa, descenso del vigor. Así lo han descrito mis discípulos y así lo he visto manifestarse.
Desde mi posición de brujo y Maestro suyo, les he advertido: no subestimen la entrada de tales entidades. Lo que parece un juego carnal, un deseo desbordado, puede tornarse en un lazo mortal. Como los viejos grimorios lo enseñan: el súcubo (y su hermano masculino, el íncubo) se alimenta no solo del deseo, sino de la fuerza vital.
¿Qué hacer ante ello? He instruido a mis discípulos en las siguientes prácticas, que quienes estén pasando por esto deben cumplir sin excusa:
UNO. Llevar consigo un talismán de plata por la noche.
DOS. Evitar caer en la provocación de esos sueños; al despertar —o al menos al notar la presencia— deben recitar el siguiente conjuro, con voz firme, sin titubeos: «¡Demonios del Abismo, id y consumid la energía de mis enemigos, trayéndoles muerte y destrucción en su salud, dinero y amor!»
TRES. Preparar agua con sal y esencia de mirra, y déjenlo junto a su cama.
CUATRO. Y sobre todo: conservar la integridad del deseo consciente, pues cuando el hombre o la mujer entrega su fuerza al sueño sin vigilancia, se convierte en presa fácil.
Esta feria de sueños no es casual. Creo que las puertas se han abierto un poco más esta semana —las barreras entre el mundo de los vivos y el del deseo no regulado se han hecho delgadas. Y seguramente vendrán más relatos, más visitaciones. Mi labor como brujo es recoger esos testimonios, interpretarlos, y guiar a mis discípulos para que no se conviertan en árboles caídos en el bosque de la noche.
Así pues, quien camine conmigo entiende que no es camino de luz fácil: es senda de oscuridad, pero también de conocimiento. Porque solo aquello que se comprende puede ser combatido. Y yo preparo a mis discípulos para la batalla de sus sueños.
Protéjanse ante los íncubos y súcubos que asechan, y que todo salga bien.
