¿Por qué los brujos no trabajan gratis?
En el imaginario colectivo, persiste la creencia de que «los buenos brujos no cobran» por sus servicios. Esta idea, aunque común, es errónea y merece ser analizada con mayor profundidad. Muchas personas piensan que quienes practicamos la brujería debemos ser altruistas permanentes, dispuestos a compartir nuestro conocimiento (que tanto nos ha costado) sin esperar nada a cambio. Sin embargo, al igual que en otras profesiones, la brujería puede considerarse un negocio legítimo y una forma de vida para quienes la ejercemos de manera honesta.
La brujería implica un conjunto de conocimientos y habilidades que requieren tiempo y dedicación para ser adquiridos. Los brujos, además de estudiar diversas tradiciones, rituales y herramientas que nos permiten ofrecer asistencia a quienes buscan orientación o soluciones a sus problemas, también debemos conocer algo de psicología; medicina; endocrinología; herbolaria, y conocimientos amplios sobre diversos temas. Este proceso de aprendizaje no es gratuito; implica una inversión significativa en libros, cursos y prácticas.
Un ejemplo ilustrativo de esta percepción se presenta en la historia de una mujer que acudió a mí en un momento de profunda crisis emocional. Ella me expresó su frustración al considerar que, dado que nosotros, los brujos, poseemos un conocimiento especial, deberíamos impartirlo de forma gratuita. Argumentaba que tener acceso a este saber nos confería una ventaja sobre los demás y que, por lo tanto, deberíamos compartirlo sin esperar compensación.
Sin embargo, esta perspectiva ignora la realidad del trabajo involucrado en la práctica de la brujería. Si bien es cierto que muchos brujos deseamos ayudar a los demás, también es fundamental reconocer que vivir de esta práctica requiere recursos económicos. Los gastos diarios, la formación continua y el mantenimiento de una práctica ética son aspectos que no pueden ser ignorados.
Es importante señalar que existen brujos que adoptan esta postura altruista por razones que pueden considerarse hipócritas desde un punto de vista moral o religioso. Algunos creen que al ofrecer sus servicios de manera gratuita ganarán el cielo prometido por su fe. Sin embargo, considero que el verdadero brujo no busca recompensas celestiales; su enfoque está en alcanzar una vida plena y satisfactoria aquí en la Tierra, como cualquier otro profesional.
Además, hay quienes se adhieren a esta filosofía del «cobro voluntario», donde dicen: «pague lo que usted quiera darme». Este enfoque puede parecer noble, pero a menudo resulta en situaciones irónicas donde su buen trabajo es subestimado y reciben compensaciones ridículas, como un billete de veinte pesos. Esto no solo desvaloriza su esfuerzo y dedicación, sino que también perpetúa la idea errónea de que la brujería debería ser un servicio gratuito.
Más allá del dinero y del estudio necesario para ejercer esta profesión, también se invierte un tiempo considerable en los rituales. ¿Qué hay de las noches enteras en las que no duermo por trabajar en un ritual? ¿Qué pasa con las malas energías que manejo durante las limpias? En esos momentos, me expongo a toda esa carga negativa que traen algunas personas. Además, hay noches en las que mi esposa, a diferencia de muchas otras mujeres, duerme sola porque debo dedicarme a trabajar toda la noche en mi Cámara Ritual, y pasa el día sin convivir con su marido porque Yo debo dormir y recuperar el sueño perdido. Este sacrificio personal es parte integral de mi trabajo como brujo y no debe ser pasado por alto.
Otra cosa que nadie menciona, pero que es real, son las enemistades gratuitas que por ayudar a mucha gente nos ganamos. Cuando le quitamos a una persona un trabajo de magia negra que trae, y el brujo que lo hizo se entera, muchas veces no lo ve con mentalidad abierta y la toma contra nosotros sin ponerse a pensar que solo hicimos el trabajo para el que nos pagaron. Si ese brujo considera que Yo tengo más conocimiento, o incluso más poder que Él, para vengarse buscará la forma de sorprenderme dormido, tocar a mi familia y hacer todo cuanto esté a su alcance para «quitarme» de en medio. Es de suponer que mi deber es proteger a los míos, y que mi preocupación por ellos es constante. ¡Hello! ¿Todavía hay quien considere que no debemos cobrar nuestro servicio?
La práctica de la brujería puede abarcar desde la sanación espiritual hasta la consulta sobre problemas personales o profesionales. Así como un médico cobra por su consulta o un abogado por su asesoría legal, los brujos también debemos recibir una compensación justa por nuestro trabajo. Este pago no solo refleja el tiempo y esfuerzo invertidos en nuestra formación, sino también el valor del servicio que ofrecemos.
La idea de que los brujos debemos ser altruistas perpetuos puede estar relacionada con un estigma social hacia esta práctica. Sin embargo, es fundamental entender que todos los servicios tienen un costo asociado. Valorar el trabajo de un brujo como un servicio profesional legítimo contribuye a desmitificar prejuicios y a fomentar una mayor comprensión sobre lo que implica esta práctica.
En conclusión, la creencia de que «los buenos brujos no cobran» es una noción equivocada que ignora la realidad del trabajo involucrado en esta práctica. La brujería es un campo que requiere dedicación y esfuerzo, similar a cualquier otra profesión. Cobrar por estos servicios no solo es justo, sino necesario para asegurar la continuidad de una labor que busca ayudar a otros. Al reconocer esto, se puede apreciar mejor el valor del trabajo espiritual y las contribuciones positivas que puede ofrecer a quienes lo buscan. La verdadera esencia de la brujería radica en el equilibrio entre ayudar a los demás y mantener una vida sostenible para quienes decidimos dedicar nuestro tiempo y conocimiento a esta noble causa.
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