Entre el infierno y un colegio católico: Mi padre, el satanista, me enseña espiritismo

Por: La Bruja Celestina

Como les conté en otra publicación, desde hace un tiempo me da mucha curiosidad esto de la conexión con el más allá. Para ser sincera, también siento que mi abuela, la madre de mi madre, a veces me manda señales. Pero como soy de colegio católico, el rollo de “invocar” o esas cosas me da un poco de miedo.

Cuando le conté a mi papá, él, que me conoce súper bien, además de reírse me dijo que me lo tomara con calma. Y es que sabe que, si me enseña él, me va a dar miedo, porque es satanista y Yo sigo teniendo cierta aversión hacia eso. Por eso prefirió decirme que mejor me informara con otras personas. Me pasó un artículo sobre una exorcista que se llama Rachel Stavis, el cuál tuve que traducir con Google porque fue publicado en un sitio web de Gringolandia y se titulaba: «Inspirational Women In Hollywood: How Rachel Stavis Is Helping To Shake Up The Entertainment Industry», donde discute cómo su trabajo como exorcista está ayudando a la industria del entretenimiento. En este artículo, ella habla de su libro Sister of Darkness: The Chronicles of a Modern Exorcist y de sus experiencias.

Mi padre me explicó que Stavis enseña a comunicarse de forma no muy diferente a Él, pero que, lamentablemente, no hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y con los suyos. De modo que era mejor que la consultara a Ella y luego compartiéramos impresiones. Así que no disimulé mi prisa. Terminé de comer y me fui a leer el artículo. Francamente, estaba llena de curiosidad y no podía esperar más. Lo dejé leyendo su periódico y me fui a lo mío. ¿Qué descubrí sobre el contacto con los muertos?

Rachel Stavis dice que podemos conectar con los que ya no están porque es un derecho que ya tenemos, algo que nos dieron al nacer. Lo primero que recomienda es tener algo que era de esa persona, un objeto que te haga recordarla, como una foto, una joya o su rosario. Es como si ese objeto fuera un puente entre este mundo y el otro.

Para empezar, ella dice que es bueno respirar profundo y calmarte, como cuando vamos a orar. Después, puedes prender un incienso para que el lugar se sienta más en paz. Dice que los espíritus aman que las personas los escuchen, así que no hay que tener miedo de que te molesten.

Luego, le hablas en voz alta. Le dices que la extrañas y que te gustaría que te diera una señal, no como una orden, sino como una petición con amor. Y después, hay que estar súper atenta. No solo a lo que piensas, sino a lo que sientes. ¿Te da frío de repente? ¿Escuchaste un susurro o una melodía? ¿Se te vino un recuerdo súper vívido a la mente? Rachel dice que también puede ser en un sueño, así que hay que estar pendiente.

Un punto que ella recalca y que me pareció muy especial es que los espíritus de nuestros seres queridos nos acompañan para ayudar. Que si tenemos fe y somos buenas personas, ellos están ahí para cuidarnos.

Lo que más me gustó, y que a mi padre le da flojera, es que ella siempre habla de cómo protegerte. Dice que si en algún momento sientes que la energía no es buena, que te da miedo o te sientes incómoda, tienes todo el derecho de pedirle a la energía que se vaya. Es como si le dijeras: «Gracias, pero no gracias».

Para eso, recomienda sahumerios como el copal o el palo santo. Sirven para «limpiar» el espacio. Al final, todo se trata de tener una vibración alta, de ser amables con uno mismo y con los demás. Conectarse con el espíritu es un acto de amor, no de terror.

Cuando terminé de leer, y compartí mis impresiones con mi padre, me dijo: Regístralo todo en un diario, porque a veces, los espíritus no se manifiestan en el momento; pero comienzas a sentirlos después. Como a los días.»

Entonces me vino una idea: Yo no tendría miedo si Él me acompañara; así que le pregunté: «Papi, y si me acompañas Tú?»

«No. Para cualquier ritual o invocación hay que estar desnudos y Yo soy tu padre.» Me dijo con voz seca. Insistí, arguyendo que si Él estaba Yo me sentía más segura y que, si la desnudez era el problema, el artículo no mencionaba nada de eso. Añadí que en todo caso, si era necesario estar desnudos Yo confiaba en Él; pero me contestó aún más secamente: «Que no, te dije. además, tienes que aprender primero a hacer las cosas sola para que te vayas fogueando.»

Y es que, aunque ahora me siento mucho más tranquila, la verdad es que una cosa es pensarlo y otra, muy distinta por cierto, es hacerlo y sigo teniendo miedo. Sin embargo, para estar lista por si lo intento, le pedí el favor completo a mi papá y me llevé (sin pagar) unos cuántos paquetes de incienso de su cámara ritual. Él se rió, pero me los dio. Creo que estoy lista para intentarlo, de una forma que se sienta bien para mí y para mi fe. Si me animo, les cuento cómo me va.