Hablemos Claro, Creyentes: Mi Veredicto de Brujo es que Necesitas Terapia, No un Exorcismo.
Cincuenta años después de que El Exorcista aterrorizara al mundo, llegó The Exorcist: Believer (El Exorcista: Creyente), una secuela que intentó revivir el pánico a lo demoníaco en una época en la que sabemos más de psiquiatría que en 1973. Pero antes de hablarles claro desde mi experiencia como brujo, les doy una reseña de la película:
La historia sigue a Victor Fielding (Leslie Odom Jr.), un padre viudo cuya hija Angela (Lidya Jewett) desaparece junto a su amiga Katherine (Olivia Marcum). Cuando las niñas reaparecen tres días después, comienzan a mostrar comportamientos perturbadores que todos interpretan como posesión demoníaca. Aparece incluso Ellen Burstyn, repitiendo su papel de Chris MacNeil de la película original.
¿Es entretenida? Claro. ¿Es realista? Para nada. Como alguien que ha trabajado con personas que acuden creyendo estar poseídas, puedo decirles que lo que encontré en esta película es exactamente lo que encuentro en la ficción: dramatización, efectos especiales y cero comprensiones de lo que realmente ocurre en estos casos.
En mis años de práctica, he atendido docenas de casos donde personas o sus familias juraban estar ante una posesión. En todos ellos, sin excepción, resultó que la persona padecía de alguna, o varias de las siguientes patologías según los profesionales que lo diagnosticaron:
- Trastornos psiquiátricos no tratados: Esquizofrenia, trastorno bipolar, psicosis, trastornos disociativos. La «voz demoníaca» es un síntoma clásico de esquizofrenia.
- Trauma psicológico severo: Abuso sexual, violencia doméstica, maltrato infantil. La mente se fragmenta como mecanismo de defensa.
- Crisis nerviosas: Estrés extremo, duelo no procesado, ataques de pánico que se manifiestan de formas dramáticas.
- Epilepsia del lóbulo temporal: Convulsiones que en siglos pasados se confundían con posesión.
- Condicionamiento cultural: Personas que crecen en ambientes donde se habla constantemente de demonios terminan somatizando esas creencias.
Lo que estas personas necesitaban no era un exorcismo, sino un psiquiatra, un psicólogo y medicación adecuada. Cada vez que alguien me pide un ritual de expulsión, mi primera pregunta es: «¿Has visitado a un profesional de la salud mental?» Y claro, las personas se enojan porque prefieren que su ser querido esté poseído, a que esté loco.
Pero volviendo al filme: Películas como The Exorcist: Believer son entretenimiento puro, especialmente apropiadas para esta época de Halloween. Las disfruto como lo que son: ficción bien construida para asustar en la comodidad de una sala de cine. Pero detrás de este entretenimiento hay algo más oscuro y real: el negocio del miedo religioso.
Las instituciones religiosas han utilizado durante siglos el concepto de posesión demoníaca como herramienta de control. ¿Por qué? Porque el miedo es el mecanismo más efectivo para mantener a las personas obedientes y dependientes.
Piénsenlo: si crees que en cualquier momento un demonio puede entrar en ti o en tus hijos, necesitas constantemente de la iglesia, de sus rituales, de sus sacerdotes y/o pastores. Necesitas confesarte, comulgar, pagar por misas y bendiciones, mantenerte sumiso ante la autoridad del «apóstol»… El miedo genera dependencia, y la dependencia genera dinero y poder.
La Iglesia Católica incluso tiene un manual oficial para exorcismos (el Rituale Romanum), y ha incrementado el número de exorcistas ordenados en los últimos años. ¿Casualidad? No. Es una respuesta al resurgimiento del interés por lo esotérico y las prácticas alternativas. Mientras más gente se aleja de la iglesia, más necesitan recordarnos que «hay demonios por ahí» y que solo ellos pueden salvarnos. tampoco es casualidad que en esta secuela, hayan incluido una pareja de cristianos, una monja, un escéptico y hasta una bruja blanca para que juntos acabaran con el demonio.
La película muestra los clásicos signos de posesión:
- Cambio de personalidad: Trastorno de identidad disociativo, común en víctimas de trauma severo.
- Conocimiento de secretos: Percepción aumentada durante crisis psicóticas, lectura de microexpresiones, información previamente escuchada y olvidada conscientemente.
- Fuerza sobrehumana: Liberación de adrenalina durante crisis, algo perfectamente documentado en medicina. Una persona en crisis psicótica puede lastimar a varios adultos.
- Aversión a símbolos religiosos: Condicionamiento cultural y trauma religioso. Muchas personas que sufrieron abuso en contextos religiosos desarrollan estas reacciones.
- Hablar en «lenguas desconocidas»: Glosolalia, un fenómeno neurológico estudiado extensamente. No es un idioma real, solo sonidos sin sentido que parecen lenguaje.
Pero aquí está lo interesante: aunque no creamos en posesiones, estas películas nos entretienen. Especialmente en Halloween, cuando culturalmente nos permitimos jugar con el miedo de manera controlada.
Ver The Exorcist: Believer es como subirse a una montaña rusa: sabemos que no hay peligro real, pero disfrutamos la descarga de adrenalina. Es catártico experimentar el terror en un ambiente seguro.
Además, estas películas son ventanas fascinantes a cómo funciona la mente humana, a nuestros miedos ancestrales, a la necesidad que tiene nuestra especie de explicar lo desconocido mediante lo sobrenatural. Son estudios antropológicos disfrazados de terror.
Mi veredicto como brujo
The Exorcist: Believer es entretenimiento decente para una noche de octubre. No es tan buena como la original (que al menos tenía la excusa de hacerse en una época donde sabíamos menos de psiquiatría), pero cumple su función: entretenernos (o asustarnos según la mente que tengamos) un rato.
Como brujo, trabajo con energías, con intención, con rituales que tienen poder psicológico y simbólico. Pero eso no significa que crea en toda la parafernalia cristiana de demonios y exorcismos. Esas son herramientas de control, no de liberación.
Si alguien viene a mí diciendo estar poseído, mi primer consejo siempre será: ve al psiquiatra. Si después de descartar toda causa médica aún sientes que algo anda mal, entonces podemos hablar de un ritual de limpieza energética o de sanación. Pero nunca, nunca sustituyas la medicina por la magia. Disfruta el terror, pero piensa críticamente
Esta temporada de Halloween, ve The Exorcist: Believer si quieres pasar un buen rato. Disfruta los efectos especiales, el suspenso, la atmósfera. Pero cuando salgas del cine o apagues la televisión, recuerda que es ficción.
Las verdaderas posesiones no existen. Lo que existe son personas enfermas que necesitan ayuda médica, e instituciones que se aprovechan de su vulnerabilidad para mantener vivo el negocio del miedo.
El demonio más peligroso no está en el infierno. Está en la ignorancia, en el estigma hacia la salud mental, y en quienes se benefician manteniendo a la gente con miedo.
