La Verdad Oculta: Lo que Nadie Te Cuenta Sobre Satanás

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La pregunta llega todos los días a mi WhatsApp: “¿Cómo hago para que Satanás me oiga?” Acto seguido, me describen los sacrificios de animales y otros delitos que han cometido para que Satán los tome en cuenta y que sería hasta grotesco describir. Al instante me percato de que no trato con satanistas, o al menos, no con gente que sepa lo que es el satanismo real.

Y es que una gran mayoría de quienes buscan en Satanás las respuestas que en la religión no hallaron, se han creído la idea que la misma iglesia les metió del diablo: Que hay que ser “bien malote” para que venga por nosotros. El mismo fanatismo religioso: Así como hay que ser bueno para que Dios nos escuche, así hay que ser malo para que el diablo lo haga. Y entonces quienes creen eso visten de negro, oyen Black Metal en señal de rebeldía, cometen delitos, beben alcohol y se drogan, atentando así, no solo contra sus cuerpos, sino contra la sociedad entera. Ese, sin embargo, es un diablo muy cristiano que nada tiene que ver con el verdadero Satanás.

Que se entienda bien: El satanismo real no es sinónimo del mal, sino de la inteligencia. Aquel que invoca a Satanás con sinceridad, sea que lo considere un símbolo de rebeldía o que crea en un diablo real, sabe que la única forma de acercarse a Él es jugando bien las cartas que le tocaron al nacer. Es decir: Que el verdadero satanista utiliza sus dones y talentos para beneficiarse de ellos y buscar el placer, así como todas las comodidades que le complacen, no por compulsión, sino por satisfacción del ego.

De modo que no se trata de andar por ahí atacando iglesias, drogándose o abusando sexualmente de las mujeres, porque si el satanista ama su libertad, también ama la del otro; y si el satanista ama la vida, también la respeta y no sacrifica animales si no es para comer. Se trata entonces de vivir como nos place. Así, y solo así, es que Satanás te escucha y te atiende si crees en un diablo real, o te funciona si lo consideras una energía vital y un símbolo de rebeldía que te impulsa a vivir tu propia vida sin ataduras.

“¿Cuando aconsejas no atacar iglesias, significa esto que Tú apruebas las mentiras de la religión?”

No, Yo creo que la iglesia, llámese “Católica” o “Cristiana Protestante”, es una mentira utilizada para manipular gente y hacerse ricos con la fe; pero respeto a aquel que desea seguir viviendo en la mentira sin investigar y, por tanto, nunca entraré a una iglesia a gritar lo que pienso de ellos. Y por si te lo estabas preguntando, tampoco tengo nada contra el sexo; pero creo que se puede conseguir sin violar a nadie, a menos que seas un acomplejado inseguro.

Esto es el satanismo y este es Satanás. Habrá quien te diga todo lo contrario y hasta asegure que Yo no soy satanista; sino que soy un débil brujo que no se atreve a adentrarse en lo “verdaderamente oscuro” y “satánico”. Fanáticos que solo cambiaron de religión.

En conclusión: Satanás no es religión ni mal, sino filosofía, ego y materialismo. El satanismo es vivir la vida con libertad y respeto hacia nosotros y, como consecuencia, hacia todos los demás, excepto si intentan dañarnos. Los satanistas no nos negamos ningún placer que nos satisfaga, pero no actuamos por compulsión ni tampoco por demostrarle a la religión que no estamos de acuerdo con ella, porque la religión no es ninguna autoridad para juzgarnos o aceptarnos. Si lo entendemos bien, Satanás (o cualquier demonio) nos escucha y nos atiende, por decirlo en el lenguaje que a muchos les gusta.

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