Magia en la vida diaria: ¿Dónde Trazamos la Línea?

Hoy quiero hablarles de la magia en la vida cotidiana. Sí, en el diario vivir. Un tema que, a primera vista, podría parecer obvio. Sin embargo, como decía el rey Salomón, «todo tiene su tiempo bajo el sol» y nosotros hay que saber equilibrarnos.
Todo brujo respetable tiene un oficio, una profesión o aunque sea un trabajo mediante el cuál puede generar ingresos. Pero hay un tema que, por mucho que hablemos de la «magia» en los negocios, no puede pasarnos desapercibido: la mezcla de nuestro negocio con prácticas que, digamos, están un poco más allá de lo convencional. Me refiero, por supuesto, a la brujería o la invocación de entidades para fines comerciales.
Permítanme ilustrarlo con un ejemplo cercano, el mío propio. Como ya saben muchos de ustedes, Yo soy abogado. Dedico mi vida a estudiar las leyes, a entender los vericuetos del sistema judicial mexicano, y muchas veces internacional, a preparar meticulosamente cada caso, a presentar argumentos sólidos y a defender los intereses de mis clientes con el mayor rigor profesional. Ahora, imaginen que un día, frente a un cliente preocupado por un proceso legal complejo, le digo con la mayor seriedad: «No se preocupe, Lucifer nos ayudará para que todo vaya bien.»
Imaginen que En lugar de revisar expedientes, preparar preguntas para los testigos o ensayar mis argumentos finales, me pongo a hacer rituales extraños justo antes de una audiencia. ¿Qué pensaría mi cliente, quien confía en mi pericia legal y no en mis habilidades esotéricas? ¿Pueden imaginar su cara? ¡Piensen en cuál sería su recomendación!
¿Entonces hay que negar lo que somos y no hay que hacer rituales? No se confundan. Si creemos en las ciencias ocultas, claro que hay que hacer rituales; y Yo los hago para tener éxito en mis casos porque soy brujo y no me avergüenzo de eso, pero, no los hago en ese momento en el que lo que necesito es estar preparado, tener mis argumentos claros y mi estrategia definida. Y tampoco le ando contando a los clientes que hago rituales o que soy satanista, no porque tenga miedo, sino porque ellos no me buscan para eso. De hecho, entiende esto y no seas como los cristianos, que quieren meternos a Cristo por donde nos quepa: Al cliente le importa un cuerno tu religión o camino espiritual, porque Él tiene el suyo propio.
Así que guárdate tus creencias. Los rituales son secretos, se hacen con tiempo de anticipación y nunca en pleno lugar de trabajo. Si vendes dulces, vende los mejores; si limpias casas, hazlo con esmero y dedicación. En mi caso, cuando ya estoy ahí, frente al juez, lo que necesito es estar concentrado en mi deber como abogado y no en Lucifer, la Santa Muerte o en algún conjuro. Todo eso de los rituales, repito, se hace en secreto y mucho antes.
¿Dónde trazamos la línea entre la pasión y la creatividad en nuestros negocios, y la incursión en terrenos que no corresponden a nuestra expertise profesional? La confianza es el pilar de cualquier relación comercial exitosa. Mis clientes, los que me buscan como abogado, confían en mi conocimiento legal, no en mi capacidad de invocar fuerzas sobrenaturales. Si me buscaran como brujo, otra cosa sería. Entonces sí podría hablar libremente de todo lo que sé sobre el tema, sin mencionar nada sobre leyes.
La «magia» en la vida cotidiana y los negocios radica en la dedicación, la preparación, la ética y la capacidad de ofrecer un valor real. Es en la resolución de problemas, en la construcción de relaciones sólidas y en la entrega de resultados tangibles donde verdaderamente encontramos ese toque especial que nos distingue.
En conclusión: Te dediques a lo que te dediques, dejemos la brujería para nuestras noches tenebrosas, y centrémonos en la verdadera magia de un trabajo bien hecho.
