¿Por qué la vida parece favorecer a los «malos» más que a los «buenos»?
Durante siglos, la enseñanza tradicional, especialmente a través de la iglesia y otros sistemas de control, nos ha inculcado la idea de que ser buenos, obedientes y sumisos es el camino hacia la bendición, la abundancia y el favor divino. Se nos ha dicho que si somos humildes, correctos, callados, serviciales y nos sacrificamos por los demás, eventualmente seremos recompensados. Sin embargo, la experiencia de la vida real, en muchos casos, contradice este ideal. Observamos que aquellos que actúan con firmeza, que no temen tomar lo que quieren, incluso con egoísmo o arrogancia, parecen tener más éxito, más poder y más resultados. ¿Cómo se explica esto?
La clave está en comprender cómo opera realmente la Inteligencia Infinita, llámese Dios, Satán, el Universo, la Fuente o como se prefiera nombrar esa fuerza superior. Esta Inteligencia no responde a lo que pides con palabras. No se conmueve por súplicas, plegarias ni declaraciones vacías. Responde, en cambio, a lo que emites desde tu ser más profundo. A tu vibración. A tu energía esencial.
Aquí radica la gran confusión, tanto en el religioso como en quienes han venido a las ciencias ocultas: Desean conmover a los entes con su pobreza, su desgracia o su necesidad; luego declaran y decretan con fe (dicen) pero aquí voy a decir una cruda verdad, aunque duela:
Tú puedes pedir prosperidad mil veces, puedes recitar complejos y temerarios conjuros o mantras de abundancia, puedes leer todos los grimorios antiguos de brujería, libros de autoayuda, repetir afirmaciones positivas día y noche, pero si dentro de ti lo que realmente estás sintiendo y emitiendo es miedo, duda, culpa o victimismo, aunque ahora te hagas llamar «brujo» o «satanista», eso será lo que atraerás. No lo que dices, sino lo que emites vibratoriamente.
El «bueno» tradicional, ese que se somete, que se sacrifica, que renuncia a sí mismo para servir a los demás desde un lugar de miedo o necesidad de aprobación, como los que ya siendo brujos siguen temiendo al castigo a través del Karma, está, sin saberlo, emitiendo una señal de debilidad. Está proyectando al universo que no merece más, que no puede tomar lo que quiere, que su rol es esperar. Y la Inteligencia Infinita, que no juzga, simplemente responde a esa frecuencia, le devuelve lo que está vibrando: limitación, escasez, invisibilidad.
En cambio, el llamado «malo», quien actúa con seguridad, quien se afirma a sí mismo sin pedir permiso, quien se pone en primer lugar aunque lo critiquen, puede estar vibrando en poder personal, en certeza, en valor. Esa vibración, aunque moralmente cuestionada por muchos, es poderosa. Y por tanto, es recompensada. No porque la Inteligencia Infinita tenga favoritos, sino porque opera bajo leyes vibracionales, no bajo códigos éticos humanos.
De modo que preguntémonos algo, y respondámonos con sinceridad porque de eso depende la efectividad de nuestros rituales, por no decir que el éxito en nuestra vida diaria: ¿Estamos actuando desde el amor propio o desde el miedo al rechazo? ¿Desde la libertad o desde la necesidad de obedecer para sentirnos seguros?
Entiéndelo de una vez, y no pierdas más tiempo: La verdadera espiritualidad no es sumisión. Es poder consciente. Es alinearte con tu esencia y desde ahí crear, manifestar y vivir en coherencia con lo que eres, no con lo que te dijeron que debías ser.
