¿Quieres ser un brujo poderoso?
!La carne es tu secreto!

Brujo Poderoso

Hoy vamos a hablar de un tema que puede sonar un poco fuerte, pero que, para quienes buscamos el verdadero poder, es tan claro como el agua. Si te has creído el cuento de los brujos «blancos» de que no hay que comer carne y solo hay que comer frutas, verduras y hierbas, déjame decirte que estás ¡muy equivocado! La clave está en la proteína animal. Y no, no es solo por seguir una dieta que te ponga fuerte, aunque eso también ayuda, ¡y mucho!

Aquí no estamos hablando de una simple dieta cetogénica o de seguir una moda alimenticia. Si bien reducir los carbohidratos y consumir más grasas y proteínas tiene sus beneficios para la salud y la energía, el enfoque aquí es mucho más profundo y, si me permiten decirlo, mágico. La razón por la que un brujo poderoso necesita consumir carne va más allá de lo nutricional; se trata de una conexión energética fundamental que pocos se atreven a explorar.

La Conexión Oculta: Comer Instintos para Despertar el Propio Poder

Piensen conmigo un momento. Si un brujo, o cualquier persona que busque tener influencia y poder en el mundo, quiere conectar con las fuerzas más primarias y potentes de la existencia, ¿Cómo creen que lo logra? No es solo con palabras o intenciones, mis niños. Hay algo mucho más profundo y primitivo en juego. La verdad es que, para poder acceder a la intensidad de la vida y la muerte, debes ingerir la esencia de quienes la vivieron plenamente.

Sí, leyeron bien. Los animales son seres de instinto puro. Viven el placer de la existencia, sienten la rabia cuando se defienden, experimentan el miedo ante el peligro, y poseen un poder sexual que asegura la continuidad de su especie. Son, en esencia, como los brujos más ancestrales: conectados directamente con las fuerzas primarias del universo, sin filtros de razón o moralidad.

Cuando un animal es sacrificado, no solo se libera la energía del dolor, sino que todas esas impresiones físicas y sensoriales —el miedo, la rabia, la vitalidad, el puro instinto de supervivencia, incluso el placer de su vida— se quedan grabados. ¿Dónde? En su carne, en su sistema nervioso. Y adivina qué es lo que nosotros comemos. Exacto. Esas fibras, esos tejidos que fueron parte de una experiencia vital intensa y, a menudo, cruda.

Es algo tan sencillo como esto: si quieres tener la capacidad de manipular la energía del dolor, la rabia, el placer o la pura fuerza de los instintos, debes tener esa energía dentro de ti. Y la forma más directa de obtenerla es ingiriendo lo que la contuvo. El animal, al ser sacrificado, libera esa energía vital en todas sus facetas, y nosotros, al comer su carne, la absorbemos. Es una transacción energética directa y brutal, pero increíblemente efectiva. Es como si al comer su carne, te adueñaras de su fuerza vital más pura y sin procesar.

Ahora bien, antes de que se me aloquen: Cuando hablo de «sacrificar» animales, no me refiero a que el brujo deba tomar un cuchillo y hacerlo él mismo. ¡Para nada! La magia de esto reside en un proceso mucho más amplio y accesible. Estamos hablando de la carne que llega a la carnicería, la que compras en el supermercado aquí en México o en cualquier parte del mundo.

Detrás de cada pieza de carne hay un matancero, un profesional dedicado a esa labor. Es él quien realiza el sacrificio, quien está en contacto directo con esa liberación de energía y el torbellino de instintos que experimenta el animal en sus últimos momentos. Su trabajo, aunque pueda parecer mundano para algunos, es esencial en este ciclo. El matancero, sin saberlo quizás, es un eslabón vital en la cadena de poder para el brujo. Al comer la carne que él ha procesado, no estás asumiendo la acción de matar, sino absorbiendo la energía residual de ese acto vital y de la vida misma del animal. La esencia de sus instintos, su rabia, su placer, su miedo y su pura fuerza vital se transmiten a través de la carne, sin importar quién la haya sacrificado, siempre y cuando el proceso haya ocurrido.

La conciencia de esto es lo que eleva el acto de comer carne para un brujo más allá de una simple comida. Se convierte en un ritual de absorción de poder, una forma de integrar en tu ser la fuerza de la vida y la muerte, y la energía primordial de los instintos que se libera en ese umbral.

La Naturaleza nos lo Enseña: Para Comer, Hay que Matar

Para mí, que sigo el camino del satanismo, esta verdad no es difícil de entender. De hecho, es fundamental. El mundo, tal como lo conocemos, fue diseñado así. Desde la hormiga más pequeña hasta el depredador más grande, la vida se sostiene a través del consumo de otra vida. Para que algo viva, otra cosa debe morir. Es una ley universal, una verdad inmutable de la naturaleza.

Los grandes depredadores son los más poderosos de su reino, ¿y qué comen? Carne. Y no es una carne que se consiguió sin esfuerzo o sin un sacrificio. Es la ley de la jungla, la ley de la supervivencia. Y si aspiras a ser un «depredador» en el reino espiritual o energético, debes entender y aceptar esta dinámica.

Así que, la próxima vez que te sientes a la mesa, y en tu plato haya un buen trozo de carne, no solo pienses en las calorías o en las proteínas para tus músculos. Piensa en la energía completa que estás absorbiendo: la rabia, el placer, el miedo, la fuerza bruta del instinto y el dolor. Piensa en el ciclo de vida y muerte que te está nutriendo, no solo físicamente, sino también en un plano mucho más profundo y poderoso. Es una conexión innegable y una fuente de poder para aquellos que se atreven a verla.

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