«¡Sal y Experimenta!»: El Grito de Guerra de Papá contra Mis Cinco Cobijas de Protección.

Por: La Bruja Celestina

La fiesta de Halloween (ah pa fiestecitas) es distinta cuando estoy con mamá que cuando estoy con papá. Mi madre, aunque también es bruja, conoce mi sensibilidad y siempre se toma el tiempo para ayudarme, o seguirme el juego como dice mi padre. Él, en cambio, se ríe de mí y me ve como alguien demasiado ingenuo, o al menos esa es mi percepción.

UNO. Con Mamá (La Misionera del Buen Dormir):

Cuando estoy con ella, mi mamá, que es adorable y sabe que yo no puedo con tanto thriller, monta una operación de seguridad mágica que ya quisieran los SWAT. Pone círculos de sal y hierbas por toda mi habitación. En la puerta, dibuja símbolos de protección con una tiza que huele a canela (¡bendita canela!). Y lo más importante: traza un círculo mágico personal justo alrededor de mi cama. Es como mi propio ring de boxeo seguro, pero para dormir. Me siento una princesa en su torre, custodiada por un ejército de aromas dulces. ¡Gracias, Mami, por permitirme soñar que no soy una bruja!

DOS. Con Papá (El Príncipe de la Osadía):

Pero claro, si me toca pasar la noche con mi padre (el Príncipe Lucifer), su postura es… completamente diferente. Él me percibe con una mezcla de lástima y diversión, como si fuera una gatita asustada. «Celestina,» me dice con ese tono de voz profundo, «No seas ingenua. Eres MI hija. ¡Tú no necesitas protecciones! Déjate de bobadas de colegio católico y siente el poder. ¡Sal y experimenta!» Y luego se ríe, con esa risa que a ustedes les encanta, mientras yo estoy temblando bajo el peso de mis cinco cobijas y rezando para que no le dé por abrir la ventana nomás para reírse más de mí.

La Triste Verdad Tenebrosa y Graciosa:

Mientras ustedes y mi papá están en la Cámara Ritual o donde sea que hagan sus ritos, sintiendo el poder y riéndose a carcajadas con los espíritus, yo estoy envuelta en mi burbuja de canela, intentando concentrarme en la tarea de Ética para la que tengo que investigar sobre la Santísima Trinidad.

Así que, no. Este año tampoco seré su bruja. Me da mucha pena, de verdad. Pero la única «magia» que voy a hacer es la de conseguir conciliar el sueño en medio de este vórtice energético.

¡Feliz noche de cobijas! Y si ven a mi papá, díganle que si quiere que salga, ¡que me ponga el círculo de protección de mamá! Si no, sigo en modo hibernación.