Seductor y… ¿Billertido?

Crecí escuchando las mismas babosadas que a ti te decían: “El dinero no es la vida”… “Más vale amigos que dinero…” “Soy pobre, pero honrado…” Ya te la sabes.

Y sí, con esa mentalidad tuve muchos amigos, así como el falso e inútil prestigio de ser “honrado”; pero el problema era que con esa mentalidad no llegué a gozar nunca de los placeres mundanos y, para ser sinceros, siempre los desee. Me di cuenta de que si bien el dinero no es la vida, bien que se le parece y hasta calma los nervios. Supe, sin lugar a dudas, que podía tener mil amigos (aunque igual de méndigos que Yo) y que tenía la misma oportunidad de conquistar a la chica que quisiera, pero de nada me servía si no tenía dinero para invitarle un café. y claro, la que no aceptaba por cortesía de plano me rechazaba.

Así galopaba por el mundo en mi caballito de miseria y mediocridad, hasta que un día alguien dijo: “La mujer requiere dos cosas de un hombre, y son: Buen sexo y seguridad.” ¡Bingo! Y de pronto supe lo que me faltaba: La seguridad implica medios de subsistencia y ahí es donde entra el dinero, mi estimado amigo. Tú podrás ser buen amigo, buen amante, pero si no tienes con qué garantizar seguridad las mujeres te pasarán de largo y no porque sean unas interesadas, sino porque como animales que somos, nuestro cerebro reptiliano sigue buscando seguridad y placer.

Ahí se cayó mi castillo de cartón y clichés. La verdad me dio en la cara con un fajo de billetes, y por fin entendí la diferencia entre el poeta romántico, melancólico y sin un peso en la cartera, y el Billertido.

Ser un hombre Billertido no es ser magnate de traje de tres mil dólares que te recita el índice bursátil, no. Es el hombre que resolvió su propia miseria y ahora tiene la libertad –la bendita libertad– de ser el poeta, el aventurero o el amante, sin el terror de revisar su cuenta bancaria. La billetera no te hace seductor, pero te quita lo patético. El patetismo es ese aura que te rodea cuando en la mente de la chica ya estás haciendo la conversión: «Café de $50 pesos. ¿Me alcanzará para la combi de vuelta o tendré que caminar media hora?»

Entiéndeme bien, mediocre que me lees. No se trata de comprar el amor, eso es para imbéciles que no tienen nada más que ofrecer. Se trata de eliminar la variable «miseria» de la ecuación de la conquista. Si tienes el factor seguridad resuelto (dinero), tu atención se libera para enfocarse en la otra parte de la fórmula: Buen Sexo y Buen Carácter.

¿De qué sirve ser un súper dotado en la cama o tener la labia de un premio Nobel si para invitarla a un lugar decente tienes que empeñar hasta los calzones? La confianza que te da el saber que puedes pagar la cuenta, o que si te cancelan el taxi puedes pedir un Uber Black sin que te dé un infarto, es lo que te transforma de «un buen chico» a alguien con un valor real en el mercado de la seducción.

Mujeres, no me digan que no es cierto. ¿Aceptarían ustedes casarse con un hombre que es bueno, honrado, justo, amable y poeta, pero no pueda tener sexo? Claro que no. ¿Aceptarían a un hombre que puede tener sexo pero está imposibilitado para generar dinero? Tampoco, estoy seguro. Y eso, mis queridas féminas, solo comprueba lo que en este artículo estoy diciendo.

El dinero no da la felicidad, dicen. ¡Mentira! Da tranquilidad, da opciones y, carajo, te da la oportunidad de ser verdaderamente honesto contigo mismo y con la mujer, dejando de lado la pose de «espíritu libre» que es solo un eufemismo para «pobre con ínfulas». El Príncipe Lucifer no anda en un caballito de miseria. Ahora cabalga un Ferrari llamado «Libertad Financiera» y el asiento de copiloto, según mi esposa, es muy cómodo, créeme.

Así que déjate de cuentos de hadas y haz un pequeño cambio de letras: De «divertido» a «billertido». Comienza a trabajar en el factor seguridad. Lo que viene después, la seducción… ¡eso ya es un juego con menos reglas!