Viste tu sueño: la clave para hacerlo realidad

Es domingo por la mañana, el reloj acaba de dar las siete y llevo dos días aquí. Estoy sentado a la mesa que mandé acomodar en el balcón de la habitación con vista al mar, en uno de los grandes resorts todo incluido de mi Puerto Vallarta. La brisa marina me acaricia el rostro y el suave arrullo de las olas musicaliza el momento. Con una taza de café humeante y mis huevos con tocino en camino, me sumerjo en lo verdaderamente importante: mi segundo libro.

Ya sé que para escribir no necesito salir de casa. Después de todo, tengo un espacio de trabajo cómodo, el silencio de mi hogar y hasta mi whiskey en las rocas a la mano. Y sí, podría hacerlo. Podría escribir cada palabra desde la comodidad de mi estudio. Pero hay algo fundamental que he aprendido en este viaje de perseguir mis pasiones y te lo quiero enseñar, porque también en esto hay cierta magia: si tienes un sueño, sea cual sea, debes vestirlo. Debes darle forma, debes vivirlo, incluso antes de que se materialice por completo.

Piensa en los grandes artistas. Un pintor no se limita a su estudio; busca la luz perfecta en un paisaje, la textura en un mercado bullicioso o la emoción en un rostro desconocido. Un músico no se confina a la sala de ensayo; busca la inspiración en el ritmo de una ciudad, en el silencio de la naturaleza o en la energía de un concierto en vivo. Los compositores buscan la melodía en el viento, en el canto de un pájaro, en el latido de un corazón ajeno. Lo mismo ocurre con los escritores. No nos basta con las palabras; necesitamos la atmósfera, la inmersión en nuevos entornos que despierten la creatividad y nos saquen de nuestra zona de confort.

¡Y me lo tomo muy en serio! Para mí, venir a encerrarme en un todo incluido aunque viva en Puerto Vallarta, no es solo un pretexto para darle rienda suelta al placer, aunque también lo hago; es una inversión en mi sueño. Es la forma en que le doy la vestidura que se merece. La energía del mar, el murmullo constante de las olas, la brisa salada y el simple hecho de estar en un lugar diferente, todo ello alimenta mi imaginación de una manera que mi casa no puede replicar por sí sola. Es como si el universo conspirara para darme las herramientas que necesito para que mis palabras cobren vida.

¿Y les digo una cosa? No sé si este libro será un éxito de ventas, si recuperaré cada centavo de esta aventura o si conectará con miles de lectores. Y, sinceramente, no me importa. Mi prioridad es darle forma a este sueño, a la ambición de sentirme un gran escritor. Desde antes del amanecer, cuando el mundo aún duerme, me sumerjo en mis pensamientos, tecleando sin parar. Son horas sagradas, sin interrupciones, donde las ideas fluyen libremente hasta que mi esposa se despierta y desayuna.

Después de esas intensas horas de escritura, viene la recompensa, la otra parte de «vestir el sueño». Dejamos el mundo de las palabras para sumergirnos en el paraíso que nos rodea. Bajamos a la piscina y pedimos un trago, o encontramos un camastro en la playa y disfrutamos de todo lo que este increíble complejo tiene para ofrecer. Es el equilibrio perfecto: la disciplina de la creación y el placer de la vida, ambos fusionados en una experiencia que nutre el alma y la mente. Este escape es la prueba de que, para que un sueño se haga realidad, no basta con desearlo. Hay que darle espacio, tiempo y, sí, vestirlo con las experiencias y los entornos que lo nutrirán.

¡A que se te antojó mi forma de trabajar! ¿Verdad? Aquí el punto es: No sé qué sueño tengas. Tal vez quieres iniciar un negocio, aprender un nuevo idioma, dominar un instrumento o viajar por el mundo. Cualquiera que sea, mi consejo es este: no lo dejes guardado en tu mente. Dale forma. Vístelo. Busca los lugares, las personas, las experiencias que lo harán crecer. Invierte en él, no solo dinero, sino tiempo, energía y pasión. Es el paso más importante para que ese sueño pase de ser una idea a convertirse en una realidad tangible.

¿Qué sueño tienes tú y cómo piensas «vestirlo»? Hazlo ahora, como puedas y con lo que tengas a la mano. Juro que no te arrepentirás.

P.D. Hablando de vestir sueños, ya tengo en mente mi próxima aventura literaria. Imagino irme a un pueblo pequeño, lejos del bullicio, donde el único sonido nocturno sea el croar de las ranas y el ulular de los búhos, y el pueblo se duerma temprano por miedo a las leyendas campiranas mientras Yo trabajo en compañía de sus fantasmas. Es otra forma de buscar inspiración, de sumergirme en un ambiente completamente distinto. Pero esa, esa será otra historia, otra vestidura para otro capítulo de mi sueño.